viernes, 16 de julio de 2010


A ver si no entendemos, una lucha no se va a dejar ganar así de fácil. No importa la distancia de la meta, no importa la complejidad del camino; lo que nos abstrae a ver todo ese índice de riesgos y circunstancias que nos atemorizan es el simple hecho de que tenemos un ideal, una convicción, una unidad de pensamiento masivo, un fin.

Ése fin es la abolición de la crueldad animal, y nadie nos garantiza que nuestra generación la vea, quizás de nuestros hijos será entonces, pero es super necesario luchar y tomar la iniciativa ya, es necesario seguir por el camino a ciegas creyendo lo que nuestro corazón nos dice y nos hace sentir; ese escalofrío de bronca tristeza impotencia y lágrimas cuando nos toca ver un perro o un gato o cualquier ser sintiente pasandola mal en la calle, en un laboratorio, o en un matarife.

Somos una generación distinta a la que nos procede, y tenemos muchas cosas por arreglar aún y muchos cambios y factores por realizar, no es tiempo de estar triste o llorar por cuan duro que sea sobrevivir nuestra realidad, es tiempo de mirar adelante y ser concientes de que día a día es el que apuntamos cada vez más firmes a costa de nuestro propio esfuerzo por su liberación; por la abolición de su sufrimiento ya.

Sea cómo sea cuando uno realmente se involucra en cuerpo y mente con esta lucha, se le presentan cosas que, aveces, son incontenibles o resulta tonto negarle tales lágrimas a nuestra propia persona. Y fue así justamente como de tanto llorar mis días, concluí con que lo importante en esta lucha es el fin, es el olvido de la propia meta, por tan largo camino.

Luego del simple hecho de que sufren sin lógica alguna, y moribundos son sus últimos días; nuestra meta pasa también por la liberación humana, no somos unos obsesionados de los animales. Buscamos nuestra propia liberación. Busco mi propia liberación. Y asi es pues cómo armo un fuerte emocional sobre la base del veganismo para darme cuenta y ver desde afuera cómo el sadismo es tanto practicado como enseñado y también inculcado en un montón de ambientes cotidianos/diarios.

Es así precisamente cómo de tanto pensar y conocer las cosas de una manera diferente, adaptandome a cosas que jamás me impuse, descubriendo cosas que nunca imaginé; me logro dar cuenta de lo terrible que puede ser tu día si siendo vegetariano-vegano te levantás a las siete de la mañana abduciendote en la rutina hasta llegar a casa a la tarde-noche. El punto es cómo cuando uno cambia el punto desde dónde está parado viendo todo, logra verlo de una manera diferente. Por ejemplo salir y ver un perro que siempre veías en la calle y esta vez dándote cuenta que tiene frío. Viendo un nene repartiendo las mismas tarjetitas que siempre te reparte cuando viajás a la mañana en subte, pero mirándolo con otros ojos, parado en otro lugar; en su lugar.

Este texto va dedicado a todo aquel que se sienta identificado, sea vegetariano-vegano o no, pues en él se da a entender que no sólo nuestra lucha lleva sujeta la liberación animal, sino la liberación humana; como tales animales que somos.


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